• 33 - El glaciar Perito Moreno

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    Ésta era la reina de las excursiones : el glaciar Perito Moreno. A nosotros lo guías nos gustaba mucho, porque recién empezábamos a las nueve y media, ¡ dormíamos hasta tarde !

    Seguíamos la orilla del cuerpo principal del lago Argentina, y parábamos al pie de una formación rocosa particular que recordaba una manada de elefantes esculpidos en la roca.

     

    Chapitre 33 - Le glacier Perito Moreno

    Ruta hacia el Glaciar Perito Moreno y Punta Bandera : el cerro de los Elefantes

    En la entrada del Parque Nacional Los Glaciares, hacíamos una pausa en la casa del Guarda Parques. Un día, una camionata Mazda con seis Japoneses, el guía y el chofer habían parado al lado nuestro. Uno de los Japoneses había bajado a estirar las piernas, y vió un zorrino que corría por el pasto. Por supuesto, ¡ foto ! El Japonés se puso a correr detrás del zorrino para sacarle foto de más cerca. El guía y el chofer se pusieron a correr atrás del Japonés gritando desesperadamente ¡ nooooooo ! Y lo que tenía que ocurrir ocurrió : el zorrino, sintiéndose en peligro, levantó su cola en penacho blanco y negro, y con la precisión de un visor electrónico, lanzó un chorro de orina sobre el pasajero.

    ¿ Cómo le explico ? No es que huela feo, huele peor. Una especie de aire espeso, casi líquido, acre, tapiza la garganta e impide respirar. Catástrofe de primera importancia, y estábamos sólo a la mitad del camino al glaciar. Ni hablar de dar la vuelta, ni devolver la plata a los pasajeros porque un tonto de turista se hizo mear encima por el animal más pestilente del pays !

    Así que continuaron, apilados de a ocho en la pequeña Mazda. Cuando los vimos pasar, faltaba filmar : el chofer y el guía, adelante, ventanas bajas, sacaban la cabeza afuera a pesar de la tierra abundante que levantaba el vehículo que los precedía. Pero las ventanas de atrás no bajaban, se entreabrían 5 cm hacia el interior. Los Japoneses estaban nariz y boca pegadas a la angosta abertura. Por supuesto, nosotros, en nuestro micro que olía bien, estábamos muertos de risa. Pero para ellos, me imagino que la ruta debió de ser larga !

    Los días siguientes, el chofer nos contaba : « Limpié la Mazda con lavandina, con alcohol, con antibacteriano, le eché perfume, ¡ y todavía tiene olor ! »

     

    Continuando la excursión, bordeábamos uno de los brazos del lago, llamado brazo Rico, y entrábamos en el bosque del Parque Nacional Los Glaciares.

    El micro encabezaba hacia el Oeste, hacia la cordillera y sus bosques de lengas (nothofagus pumilio), otra clase de haya, más chica que el coihue de Bariloche, pero de la misma familia. La lenga, al contrario de su gigante primo, tiene hojas caducas que confieren colores suntuosos al otoño. En esta ruta pasábamos de la estepa al bosque andino-patagónico, siguiendo el fondo de valles glaciarios donde todavía quedaban morenas y bloques erráticos acarreados por glaciares hoy desaparecidos.

     

    Chapitre 33 - Le glacier Perito Moreno


    Parábamos a comer en una hostería, único lugar construído, luego subíamos un par de kilómetros para llegar al promontorio que dominaba el glaciar.

     

    Chapitre 33 - Le glacier Perito Moreno

    Promontorio del glaciar Perito Moreno

     

    Como muchos glaciares de la Patagonia austral, tan argentina como chilena, el glaciar Perito Moreno termina en un lago, el lago Argentino.

    La particularidad de este glaciar es que aisla el brazo Rico del resto del lago Argentino. A la inversa de sus hermanos glaciares que se derriten y retroceden, el Perito Moreno avanza. Avanzando, cruza el brazo Rico y va a chocar contra la orilla de en frente, justamente aquel promontorio donde estacionan los micros. Y ahí, forma un dique de hielo que impide al agua del brazo Rico circular hacia el cuerpo principal del lago.

    Varios arroyos y pequeños ríos desembocan en el brazo Rico. Como toda esta agua no puede desaguar, por causa del dique de hielo, el nivel del agua sube en el brazo Rico. Se midieron hasta 16 metros de diferencia de altura de agua respecto al otro lado.

    Llega un punto donde la presión del agua es tan fuerte sobre el dique, que el hielo empieza a quebrarse : es la famosa ruptura del glaciar Perito Moreno. Volveremos al asunto.

     

    Chapitre 33 - Le glacier Perito Moreno

     

    El promontorio sobre el glaciar Perito Moreno está constituído de pasarelas y escaleras que bajan para que la gente lo pueda admirar de cerca. Está prohibido acercarse demasiado, porque paredes enteras se destacan y disparan horizontalmente cantidad de bloques. Ví algunos de estos enormes hielos depositados sobre la orilla, y árboles de lengas quebradas. Quien tomaría unos de éstos en la cabeza no estaría para contarlo después.

    Cuando pienso que había venido acá con ingenieros de Flotrepol, y que nos habíamos acercado a las paredes de hielo hasta tocarlas, ¡ qué inconsciencia !

    El glaciar siempre mostraba una amable buena voluntad : pocas eran las excursiones sin el espectáculo de un par de caídas al agua de bloques de hielo, para cámaras y filmadoras. Ya expliqué en el capítulo 30 (disculpe la repetición) cómo se puede anticipar una caída de hielo : empieza por una lluviecita de pedacitos chiquititos que caen desde lo alto de la pared de hielo. Después de unos instantes, una pared entera se derrumba en un salpicón de aguas. Es un espectáculo magnífico que no cansa nunca.

     

     

    A pesar de estos derrumbes cotidianos, el glaciar avanza sin embargo, para formar el dique mencionado más arriba.

    Como el espectáculo de la ruptura del glaciar sólo ocurre una vez cada 4 a 10 años, aprovechábamos para vender a los turistas la entrada a Tío Cacho, el boliche bailable de Calafate, que proyectaba antes de la cena la filmación de la ruptura del 1984, u 82, no me acuerdo. Esto nos permitía luego poder entrar gratis para ir a bailar.

     

    En el lugar del glaciar, como los pasajeros se dispersaban en las pasarelas como una bandada de gorriones, teníamos la opción de bajar nosotros también con algunos pasajeros, o bien de quedarnos en el micro a tomar mate con los choferes y los guías que no habían bajado.

     

    Alex era un guía porteño, de Lake. Guíaba principalmente los grupos de Italianos. Siempre bajaba con la gente. Nunca cansado de hablar, daba muchas explicaciones, nunca se cansaba de mostrar y explicar. Y curioso, además, curioso de la gente, de la vida. Se interesaba en todo.

    Eric nunca bajaba con sus pasajeros. Se quedaba a bordo de los micros a tomar mate, a contar chistes, con los choferes. Y yo cortaba el nudo en dos : bajaba, esperaba una caída de hielo, me lucía con los pasajeros porque sabía preverla, luego subía a tomar mate.

    Un día, Eric vió en el espejo de afuera uno de sus pasajeros alemanes que había tenido la desgraciada idea de orinar contra la rueda del micro. Pasó la cabeza por la ventana y le gritó en castellano :

    « – Qué estás haciendo, hijo de p…, no me estás meando el micro, la p… que te p… ! »

     

    La cara de Eric se petrificó cuando el Alemán le constestó :

    «– Perdón señor, disculpe ! »

     

     

    Para el zorrino, ver capítulo 8, Río Gallegos 

     

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